domingo, 3 de agosto de 2008

El tren y el avión

Por Eduardo Gómez Lestani
Los ferrocarriles argentinos, aún con el diseño concebido por los ingleses de unir el país con el puerto para transportar las materias primas que se llevarían por él hacia Inglaterra, y para unir el puerto con el país para distribuir los productos manufacturados que a él llegaban desde Inglaterra; pero de ningún modo unir el país consigo mismo, fueron el medio de transporte de personas y cargas más importante y económico. Durante el gobierno de Menem fueron malvendidos, y desde antes, lentamente destruidos. Luego nada se hizo para reactivar su extensa red. La red de caminos carreteros se ha vuelto insuficiente y en partes obsoleta. Tampoco observa un trazado unidor de todas las regiones del país entre sí. Los grandes ríos no son dragados, sus puertos no son remodelados y activados. Las dos formas más baratas de transporte no son utilizadas. La Argentina es cautiva de las rutas, de los combustibles derivados del petróleo y de los transportistas. Al petróleo lo extraen, refinan y distribuyen compañías extranjeras que no invierten en la medida de las necesidades de un país en crecimiento y hay escasez de combustibles, de gas y crisis energética. Al no tener alternativas, un corte de rutas acarrea desabastecimiento, como lo ha demostrado el conflicto del campo, el lockaut de los productores y luego el corte protagonizado por los transportistas. Cuando no se tiene alternativas posibles se es cautivo, se es débil. Recordemos a Salvador Allende, presidente depuesto por los militares en Chile luego de un lockaut perpetrado por los transportistas. Dicho de otro modo, si estuviera funcionando a pleno la red ferroviaria del país, si estuviera funcionando la hidrovía Paraná -Paraguay, es impensable que se puedan producir desabastecimientos. El tren bala Frente a esta realidad, el gobierno nacional se plantea gastar miles de millones de dólares en un tren de alta velocidad o tren bala para unir Buenos Aires con Rosario y Córdoba. Se trata de un tren de pasajeros, que deberán pagar pasajes carísimos, inaccesibles al común de la gente. O bien deberán ser fuertemente subsidiados, o sea lo pagaremos los del Chaco, Jujuy, Tierra del Fuego, y lo usarán los porteños, rosarinos y cordobeses; habrá tres ciudades centrales lujosamente comunicadas. Los números de Pino Solanas Clarín, página 33, Zona, del 27 de abril, recoge las afirmaciones de Pino Solanas: “Revivir al tren significa integrar al país y parar las muertes en las rutas. Un tren lleva lo que 50 camiones o 19 micros de pasajeros”. Lo de las muertes en las rutas es el resultado de su insuficiencia, de su abarrotamiento, de la inutilidad del sistema de peajes para toda cosa que no sea un oscuro beneficio para empresas que no invierten nada a cambio. Recuerdo haber leído en la revista Visión la referencia de una concesión de peaje en Ecuador. La concesionaria debía construir una autopista de seis carriles y además pagar al estado un canon anual de medio millón de dólares. Entre nosotros nadie sabe cuánto recaudan las concesionarias de los peajes, pero sabemos que aparte de las casillas para cobrarnos, no han construido nada, no brindan ningún servicio. El canon que pagan y a quién, tampoco lo sabemos, pero debe ser mucho dinero. Tanto como para que no se modifique desde Menem, pasando por de la Rúa y Kirchner. “Con la mitad de lo que cuesta el tren bala se reconstruyen a nuevo 11 mil kilómetros de vías para los cargueros y 7 mil kilómetros de ramales para las provincias”, continúa Pino Solanas. Con la otra mitad se podría unir transversalmente el país con las vías y comunicar las provincias entre sí. Recuerdo la anécdota contada por Jorge Cepernik, gobernador de Santa Cruz en 1973. Estaban padeciendo una emergencia climática y ante su pedido de ayuda al gobierno central, Lastiri presidente interino, y López Rega, ministro de Bienestar Social, le aseguraron que ya estaba la ayuda en camino, ya había partido el tren. Cepernik, desalentado, les dijo: Señores, el tren no llega a Canta Cruz, las vías terminan en San Antonio Oeste. Pero sería bueno que lleguen. Es posible iniciar la red que por el futuro puente ferro-vial Chaco-Corrientes comunique con Brasil y se convierta en la ruta de los granos y los aceites. Volver a poner en funcionamiento las rutas aéreas transversales que hoy no existen, pero que han sido. Aero Chaco, Alfa y otras provinciales. El debate que viene Hay que saludar las buenas noticias: se debatirá en las cámaras legislativas la re-estatización de Aerolíneas Argentinas. Es un debate necesario, desde la malsana privatización realizada por Menem-Cavallo a favor del grupo Marsans, cobijado en el paraguas protector del gobierno socialista español (Felipe González, entonces). Su posterior desguace ante los ojos ciegos de los funcionarios de Menem, De la Rúa y Kirchner. Hasta la situación actual que nos muestra el resultado de la gestión española: de 44 aviones propios que recibió, le queda solo uno. Un montón alquilados, de los cuales la mitad no pueden volar por falta de mantenimiento. Salarios adeudados al personal y novecientos millones de dólares de déficit. Es la crónica de un negocio ruinoso. En las privatizaciones de empresas, los estados suelen reservarse la posesión de una acción a la que llaman de Oro. Es que la posesión de ella, obliga a los nuevos dueños a consultar al estado vendedor todo negocio por realizar, toda modificación en la política empresaria. Si el estado no autoriza un negocio, éste no se puede realizar en virtud de la posesión de esa acción de Oro. Menem y Cavallo han sido tan, pero tan vende patrias que hasta la acción de Oro vendieron. Sólo así los españoles pudieron desguazar de esa manera Aerolíneas Argentinas. Otro gobierno socialista español, el de Rodríguez Zapatero, está de acuerdo y sumamente contento con la re-estatización. La verdad, no le queda bien a los gobiernos socialistas españoles cometer actos de piratería con los galeones de estas empresas. Que antes de irse, dejan bombas de tiempo para que exploten luego, como la irresponsable o deliberada sobreventa de pasajes que le está haciendo tanto daño a los viajeros y al prestigio del país. Hay opiniones muy fundadas que aseguran que la re-estatización es otro negocio ruinoso, porque significa hacerse cargo de los 900 millones de dólares de déficit que dejarían los españoles. Proponen la creación de una nueva empresa, para explotar las rutas que le pertenecen al país, con el personal que es altamente capacitado.
Fuente: http://www.diarionorte.com

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